lunes, 21 de febrero de 2011

Perifrasis


La joven se recargaba por la parte de encima del puente. Vió a dos perritos acurrucándose en la parte de abajo, cubriéndose de la lluvia. Continuo caminando por la calle, pasando el anuncio de desviación hacia la carretera solo unos minutos mas adelante. Ella vivía en un pequeño pueblo en medio de la nada, con unas 300 personas solamente, y no necesitaba ese frío otoño para recordarle lo sola que se sentía. Entro en su cafetería favorita, la cual tenia una pintura de una ametralladora en la entrada, como si fuera una vieja cantina, y pidió una bolsa de café de grano para su madre. Amaba el olor a café, y ese día lo amó aun más. Era un buen cambio al olor de lluvia e el exterior. Le hacia sentirse menos sola, así que aprovechó ese instante y se quedo dentro diez minutos más antes de regresar a casa.



La joven se recargaba por la parte de encima del transborador. Vió a dos perritos acurrucándose en la parte de abajo, cubriéndose del aguacero. Continuo caminando por la calle, pasando el anuncio de desviación hacia la vía rápida solo unos minutos mas adelante. Ella habitaba en un pequeño pueblo en medio de la nada, con unas 300 personas solamente, y no necesitaba esa fría estación de las hojas naranja para recordarle lo sola que se sentía. Entro en su cafetería favorita, la cual tenia una pintura de una metralleta en la entrada, como si fuera una vieja cantina, y pidió una bolsa de la especialidad de la casa en estado puro, para molerlo en casa, para su mamá. Amaba el olor a café, y ese día lo hizo aun más. Era un buen cambio al olor de lluvia e el exterior. Le hacia sentirse menos sola, así que aprovechó ese instante y se quedo dentro diez minutos más antes de regresar a casa.

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